El Intransigente. Menos es más: una tendencia presidencial en la apertura de sesiones

El Intransigente. Menos es más: una tendencia presidencial en la apertura de sesiones

noviembre 21, 2018 Uncategorized

Entre 2007 y 2018, los discursos de apertura de sesiones del Congreso se tornaron más fáciles de entender: redujeron sensiblemente el promedio de letras y sílabas por palabra, y la media de palabras por frase. Como resultado, se redujeron los años de escolaridad necesarios para comprenderlos y el tiempo requerido para completar su eventual lectura.

Este análisis se realiza utilizando indicadores de legibilidad, herramientas que permiten sintetizar el grado de facilidad para entender un texto a partir de sus sílabas, palabras, oraciones y párrafos. La primera fórmula desarrollada para el español fue publicada en el año 1972. Mediciones más actuales incluyen el Índice de perspicuidad de Szigriszt-Pazo de 1993 y el índice de Legibilidad µ desarrollado en 2006 en Chile.

Desde su primer año en la administración, Macri estableció un piso discursivo atravesado por la simplicidad lingüística y adaptado a una audiencia con bajos niveles de escolarización. El reciente discurso de apertura de sesiones de 2018 encabezó el índice de Legibilidad µ de la última década, y bastó con 5,2 años de escolarización para comprenderlo. Utilizó menos palabras y más cortas para hacerse entender mejor por todos.

Néstor Kirchner y Cristina Fernández oscilaron entre los extremos de complejidad y simplicidad discursiva. En 2007, el ex presidente pronunció un discurso bastante difícil de entender, para una audiencia con un mínimo estimado de 6,3 años de escolarización y utilizó estructuras sintácticas similares a la de un texto técnico o de divulgación. En cambio, un año antes de las elecciones presidenciales de 2015, Cristina Fernández brindó uno de los discursos más fáciles de comprender, con una escolarización requerida de 5,6 años, un número menor de palabras y frases considerablemente más simples.

Esta lectura demuestra que la creciente simplificación discursiva fue adoptada por ambos espacios políticos nacionales como estrategia para potenciar su efectividad comunicacional.

El mismo patrón se observó durante las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016. Durante el período electoral, Donald Trump utilizó un vocabulario más simple que Hillary Clinton, pero también que Reagan, Bill Clinton, George Bush y Obama. En el lanzamiento de las candidaturas, el discurso de Trump, caracterizado por estructuras muy simples y palabras cortas, pudo ser comprendido por ciudadanos con 4 años de escolarización.

Naturalmente, este análisis descriptivo presenta múltiples limitaciones. No nos permite capturar el sentimiento o humor del emisor, las ambigüedades, la ironía y las presuposiciones de sentido común, utilizadas con enorme frecuencia en discursos presidenciales. Sin embargo, avances exponenciales en el procesamiento del lenguaje natural ya permiten identificar estos recursos lingüísticos con precisión creciente y brindar herramientas concretas para la optimización del discurso político.

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